Juan Manuel Figueroa Aznar el Poeta de la Fotografia

Por: Númitor Hidalgo Palomino

No es fácil tratar sobre Juan Manuel Figueroa Aznar y más aun, cuando queremos hablar sobre Paucartambo que es un maravilloso emporio donde la naturaleza y los hombres se han puesto de acuerdo para asombrarnos con sus tremendas creaciones. Los apus y la Mamacha Carmen han bendecido aquel pueblo de hermosas cañadas y quebradas hondas.

El grandioso y lujuriante río Mapacho, al abrir su cauce creó hermosos valles encantados. Los hombres del campo producen cultivos en los taludes y cárcavas creando sus propias lluvias con la tecnología que supieron apropiarse de occidente; así es Paucartambo con sus diversas altitudes y climas variados.

Sus valles escondidos entre los meandros de los riachuelos no solamente gozan de la fertilidad de la tierra sino también de la exquisitez de los espíritus humanos que forjaron esa cultura. De los bellos parajes no sólo salen las papas y otros productos, sino también las artes en todas sus especialidades. Cualquier hombre se vuelve artista en Paucartambo, pero los talentos se vuelven genios, en esa amalgama dual de gente y naturaleza febril.

Aquí llego Juan Manuel Figueroa Aznar a beber la dulzura de los campos y el candor de la gente y sobre esos amores que lindan entre lo humano y lo divino, se volvió un maestro y un genio de las artes.

Figueroa Aznar es el poeta de la fotografía, un maestro en la pintura y un gran precursor de la cinematografía nacional. Sus planos secuencia contaban historias precisas en pocos cuadros fotográficos. El maestro aprovechaba lo más adelantado de la tecnología de su época; siendo pintor usó la cámara fotográfica con la visión mágica del artista plástico parangonándose con los genios del renacimiento. Le interesaba las profundidades épicas de los andes cusqueños, y a los paisajes bucólicos de la selva, los trataba de tal manera que parecían cuadros renacentistas en tonalidades de grises, y si esto no le satisfacía aplicaba a sus fotos pintura al óleo creando lo que sólo él, supo hacer en su época, "la nueva especialidad plástica del fotoleo".

Con Figueroa Aznar apareció la fotografía pictórica, por eso resulta fácil detectar una obra de Juan Manuel, pesa a que su autoría oficial diga lo contrario. Los rostros de sus modelos eran tratados con tal dulzura de iluminaciones que formaban una variedad de gamas y tonalidades que iban en una gradación sutil de escala de grises haciendo parecer hechas a carboncillo o acuarela en variadísimas y exquisitas tonalidades; por eso, sus fotos no son en "blanco y negro" Figueroa Aznar fotografiaba, a escala de grises.

Como la mayoría de los genios, Figueroa Aznar fue un artista libre y adelantado a su época. Mientras el indigenismo de comienzos de siglo daba pautas a los artistas, este abate de las artes se preocupaba por presentar a los runas en el mejor de sus momentos: hermosos, vigorosos y vigentes, a diferencia de los demás artistas que se preocupaban en presentar una imagen bucólica y lastimera del indiecito melancólico con su quena triste. Figueroa Aznar fotografió a los qeros en su estado grandioso reflejando la hermosura de la estética humana ancestral.

Por eso, no se cuenta a Figueroa Aznar entre las corrientes inkanistas e indigenistas, no obstante ser amigo intimo del más grande inkanista: Luis E Valcárcel; No obstante haber sido el director teatral de la Misión Inkánida que representó el drama Ollantay en Buenos Aires, Argentina, en 1923. Figueroa Aznar fotografió al inka y a kusicoyllur que era su propia hija, de tal manera que se les viera con belleza y estética propia. Sus personajes parecen titanes, superiores a los hercúleos héroes occidentales. Se preocupaba por otorgar un estereotipo triunfador a la imagen del hombre ancestral, sin tener que haber sido indigenista. Así mismo fotografió a la gente de las clases altas quienes se constituían en sujetos de su creación. Figueroa usaba hasta su propia familia para componer sus cuadros y escenas que acostumbraba a hacerlos posar con una magistral dirección de actuación y de fotografía, de tal manera que sus actores lucen espontáneos, el maestro se preocupaba hasta de los mínimos detalles, como la posición de los dedos de las manos.

Otros aspectos importantes de su estética son los recursos de la ironía y del humor, que es muy propio de la naturaleza popular de los hombres del ande. Sus fotos tienen el humor fino y la ironía encantada que otorga múltiples mensajes en cada cuadro, por ejemplo la parodia galénica de la operación al corazón, que era imposible con la ciencia de su época. Los médicos de Juan Manuel se atrevían a operar el corazón de sus pacientes por el lado derecho del tórax.

Cabe destacar de este gran maestro la facilidad que tenia para navegar por los diversos estratos y clases sociales en épocas cuando las divisiones eran muy marcadas; no obstante, el maestro se movía sin problemas entre la masa nativa, entre qeros, mestizos, criollos, españoles, alemanes, yugoslavos, beatas damas de la sociedad que se rendían a sus encantos; sin ambages todos ellos han pasado por el lente de Figueroa Aznar; fue querido y aceptado por la mayoría de la gente. Era bondadoso que llegaba a los extremos de despreocuparse de sus propias cosas de arte, consideraba a sus competidores, sus amigos y así en la actualidad casi todos los archivos tienen placas y negativos de Figueroa Aznar y adjudican su autoría a diversos consabidos.
Finalmente, Figueroa Aznar ha dejado una escuela no solamente en su familia más cercana como Luis Figueroa Yábar, cineasta y polifacético artista contemporáneo; sino también entre sus nietos, bisnietos, amigos y otros artistas que continúan con el culto a la sobriedad y al arte libre sin prejuicios ni pautas políticas o sociales, con un arte que se adelanta a su época otorgándole un modelo estético a la naturaleza y a la vida con propuestas impresionantes, como siempre ocurrió en el Cusco, tierra donde los hombres con talento se vuelven genios en esta universalidad de cultura que nos dejaron miles y miles de años de historia.